¿Cómo valoran la experiencia? Ricard Serrano: Agradezco en primer lugar el trabajo a los profesores universitarios e investigadores que nos están acompañando en el proceso, fundamentalmente Pedro Chaves y Sara Lafuente, también Miguel Marínez Lucio. El marco teórico que nos han dado nos avala y da confianza. El evento en Bruselas nos ha dado la oportunidad de conocer iniciativas similares a la que estamos desarrollando en Endesa. Se llevan a cabo en diferentes países y diferentes tipos de empresas (tecnológicas, industriales, de servicios, etc.). El encuentro ha puesto en común experiencias destacadas en el ámbito de la participación y decisión de las plantillas para, así, poder trasladarlas a unas mejores prácticas sindicales. Es un orgullo que España estaba representada por CCOO y Endesa.

¿Cómo fue recibido el proyecto? Roser Medina: Se conocieron experiencias con expertos de Londres, Ámsterdam, Toronto, Varsovia, Florencia, Leipzig, Bruselas, París, Bolonia… Un compañero neerlandés nos dijo que era inspirador ver cómo estábamos liderando un proyecto valioso y transformador. Ven crucial para el futuro de Endesa y el bienestar de las personas trabajadoras la iniciativa de abrir el sindicato a la participación de la plantilla. Nosotros pensamos que el mayor reto es la pervivencia del proyecto a medio y largo plazo, porque, más allá del impacto en Endesa, estamos intentando construir un futuro más justo y equitativo para todos.

¿Cuentan hoy los sindicatos con una buena imagen entre las plantillas? R.S.: La mala imagen que en una época se nos achacaba al conjunto del sindicalismo era una visión manipulada por intereses económicos que pretendían menoscabar nuestra influencia. Es notorio que en los últimos años asistimos a un resurgir de las organizaciones sindicales. Por citar algunos ejemplos de gran relevancia mediática, el caso Biden en la industria automotriz, la huelga de los guionistas de Hollywood y la huelga solidaria en los países nórdicos frente a las políticas antisindicales de Elon Musk, que no respetan las normativas laborales de los diferentes países.

¿Qué se reclamaba en los tres casos? R.S.: Básicamente, unas necesarias mejoras salariales y de condiciones de trabajo dignas. Ese resurgir de los sindicatos debe darse, necesariamente, en el marco de la democratización del trabajo. 

¿Cuáles son los ejes fundamentales de la democratización? R.M.: La participación colectiva, la transparencia y la rendición de cuentas. Si afianzas la toma de decisiones de forma colectiva, estás construyendo un sindicato más fuerte y resistente. En este sentido, los modelos de liderazgos personalistas han quedado obsoletos, superarlos es crucial. El conocimiento compartido y el bien común deben guiar las posiciones del sindicato.

¿Cuál es el principal enemigo de la democratización? R.S.: Aquellas concepciones de gestión de la empresa que la sitúan en un conflicto entre “productores” (trabajadores que aportan su valor) y “extractores” (mánagers y directivos que buscan un rendimiento a corto plazo exclusivamente con criterios financieros). Las plantillas deben tener voz para contrarrestar los efectos negativos de una visión exclusivamente financiera de las empresas. Este es otro de los puntos clave de la democratización.

Hay quien opina que es ingenuo pensar que los consejos de administración abrirán un espacio de participación a los sindicatos. R.S.: Ya ocurre en los países nórdicos y ese modelo hace crecer la productividad y reduce las desigualdades. Habría que buscar fórmulas legislativas en nuestro marco legal para aplicarlo aquí. Lo cierto es que los sindicatos recogen la experiencia de las plantillas, que son quienes más saben de las empresas y quieren lo mejor para estas porque garantiza el presente y futuro de sus familias. La vía para trasladar esa visión de las plantillas a los propietarios de las empresas es que los sindicatos sean su altavoz en los consejos de administración.