Según un informe del Foro Económico Mundial, al paso que vamos, para alcanzar la igualdad de género tendremos que esperar 170 años. El feminismo reivindica una sociedad con igualdad de oportunidades para mujeres y hombres.
Aunque nos encontramos en un entorno donde, sobre el papel, hombres y mujeres tienen iguales derechos, la realidad es que en España la desigualdad entre hombres y mujeres persiste. La mujer tiene un salario inferior, con una brecha salarial que alcanza el 30%, mucho más en el caso de las pensiones. La tasa de riesgo de pobreza es superior en la población femenina. A pesar de que hay más mujeres universitarias y con mejores expedientes, el número de catedráticas no llega al 20%. Es escasa la presencia femenina en puestos de dirección de empresas y cargos públicos. Hay mucha diferencia en la conciliación, pues es la mujer la que, por ejemplo, reduce su jornada a tiempo parcial para cuidados de su familia o deja de ejercer por período superior a un año por el nacimiento de un hijo. La mujer es la que, en mayor medida, dedica más tiempo a tareas del hogar. Falla el sistema educativo cuando sigue reproduciendo situaciones de desigualdad de género. El androcentrismo impregna los contenidos científicos que se transmiten en los libros de texto. La imagen de la mujer en los medios de comunicación y la publicidad está muy estereotipada y es sexista. La violencia de género sigue siendo una lacra alarmante, muchas mujeres siguen muriendo cada año a manos de sus parejas o exparejas. También es escalofriante el número de mujeres que son víctima de la explotación principalmente en la prostitución, pero también en el servicio doméstico. Según cifras oficiales, solo en España, las redes de trata mueven 8,3 millones de euros al día.
En otras partes del planeta, el panorama es mucho peor. Las mujeres son personas sin acceso a la propiedad, la vivienda, la tierra y el voto. La pobreza y los conflictos armados las hacen más vulnerables a los abusos y la trata de personas. En otros lugares, hay mujeres sin acceso a la educación, ni a la salud sexual y reproductiva. Hay países que permiten la mutilación genital femenina, y otros donde las mujeres obtienen la condición de ciudadanas de segunda, son obligadas a llevar velo, seguir un estricto código de vestimenta y, como norma general, necesitan de la autorización de un hombre para estudiar, trabajar y participar en deportes. Son países donde la violencia de género ni siquiera es perseguida, o donde, incluso, son atacadas con ácido impunemente o permiten sucesos como el “crimen de honor”, por el cual un padre o un hermano pueden matar a su hija o hermana si descubre –o sospecha- que ha cometido adulterio. Hay países que obligan a la mujer a matrimonios forzados, incluso siendo menores. Aquí, las mujeres que defienden los derechos humanos son apartadas y consideradas una amenaza. Hay millones de mujeres que se enfrentan a discriminaciones por su edad, etnia, discapacidad o condición socioeconómica.
Se equivoca quien piensa que feminismo es lo contrario de machismo. Si éste es una forma de sexismo en la que se discrimina y menosprecia a la mujer, el feminismo es un movimiento social que reivindica una sociedad con igualdad de oportunidades para mujeres y hombres. Según un informe del Foro Económico Mundial, al paso que vamos, para alcanzar la igualdad de género, tendremos que esperar 170 años. ¡Trabaja por la igualdad efectiva! No es solo un derecho humano fundamental, sino la base necesaria para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible.
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