Nuevamente nos vemos en la obligación de replicar las recientes declaraciones de Manuel Jaramillo, secretario general de Ugt Endesa, en un medio de comunicación. Faltar a la verdad de forma tan descarada y ofensiva engañando a afiliados, a trabajadores, a AVS, a prejubilados y jubilados, y hasta a uno mismo, es el recurso que le queda al responsable de haber firmado el peor convenio de la historia de Endesa para justificarse.
A Jaramillo habría que recordarle que cuando se pierden derechos en un convenio, estos no quedan en el limbo, sino que se eliminan, y los responsables son quienes firman dicho convenio. En nuestro caso, nuestros derechos han sido eliminados por un pacto entre Ugt y la dirección italiana de Endesa. Quien firma es el que quita.
Jaramillo miente voluntaria y conscientemente cuando dice que la sentencia de la Audiencia Nacional, recurrida en el Supremo (es decir, no firme), nos iba a dejar a cero a activos y pasivos. La sentencia no le quitaba nada a ningún activo. El convenio, en cambio, sí.
Miente también cuando se dice públicamente que Endesa tenía un ERE encima de la mesa. En ningún acta, ni comunicados de empresa, ni entrevistas de directivos de Endesa o Enel se oyó o leyó que se iba a hacer el supuesto expediente. Y para las centrales de carbón que se van a cerrar ya hay un acuerdo de recolocaciones de 14 de marzo de 2019 donde se garantizan los puestos de trabajo de todos los compañeros afectados. Usar el miedo para justificar lo injustificable es una estrategia propia del ultraliberalismo.
Falta a la verdad cuando dice que Endesa entregó a los trabajadores un documento donde nos decía que a los activos nos podía suprimir derechos sociales y tarifas. Ningún afiliado de CCOO vio jamás ese documento. Y ahora ya nos los han suprimido.
Si hay guerra sindical, quien la empieza es Ugt acordando unilateralmente un arbitraje con la empresa y haciendo teatro con unas movilizaciones que sabían que tenían quince días de fecha de caducidad. CCOO no va al arbitraje porque ni era el momento, ni se daban las condiciones, ni se deberían haber levantado las medidas de presión, ni aceptar todas y cada una de las demandas de la empresa.
A la Ugt le hubiese gustado que no se hubiesen convocado elecciones, que siguiéramos igual hasta el próximo convenio. Pero, ¿debíamos cruzarnos de brazos viendo al precipicio al que nos llevaban? Hasta el último momento se les pidió que no firmaran, y lo hicieron.
Para rematar, Jaramillo dice que antepone los intereses de los trabajadores a los de su organización. No sé qué entenderá este señor por intereses, los nuestros no han sido defendidos.
Por cierto, si tenemos un AVS decente, no es gracias a la Ugt, sino a CCOO, que solicita por escrito al árbitro y posteriormente en las reuniones previas a la firma que se añadan ciertos complementos, así figura en las actas de negociación, cuando ellos ya lo daban por bueno con menos.
La última cuestión es por qué no responde sobre el tema de la tarifa eléctrica, frente a eso Jaramillo no tiene palabras ni siquiera para escurrir el bulto en su desnortada huida hacia adelante.
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